martes, 31 de mayo de 2016

Visitas a la Sala de Lectura

Registro de visitas a la Sala de Lectura 

miércoles, 11 de mayo de 2016

11:11 11

11:11 del día 11 estaba justamente dos meses después ahí, sobre la calle, abordo de su auto, yo, sobre la cochera, abordo del mío, me percaté de su presencia, bajé y volteé a verlo, su rostro tenía expresión neutra, bajé una caja y volteé a verlo otra vez, su rostro mantuvo aquella expresión, busqué las llaves y no evite voltear a verlo nuevamente, su rostro parecía no tener más expresión; yo era repetición de movimientos y él la estática.

Todavía estoy tratando de descifrar y de creer en ese encuentro, de creer en la casualidad y el destino, ¿para qué vernos? ¿qué le tenía que haber dicho? ¿me tenía que acercar? ¿invitarlo  a pasar? ¿un hola y adiós con la mano en el aire? ¿una sonrisa? Pero si él llegó ¿no tenía que haber saludado? ¿bajado del auto? ¿bajar el vidrio de la ventana y decir algo? Yo hubiese querido estar allá contigo, o que entraras conmigo, en cualquier lugar, pero juntos... Yo entré a casa y cerré la puerta, él pisó el acelerador y se fue. 

Se me doblaron las piernas y caí al sofá, se derramó el café negro de mis ojos, se asomó una mirada de esperanza por la ventana que espera un regreso... y a esta hora ya dudo, ya sueño, ya oasis, ya alucino, ya lo veo tan cerca y en realidad está tan lejos, en realidad no estuvo. En realidad está a dos meses del último beso, del último abrazo, del último te adoro acariciando sus labios, y a mí, me parece muy, muy lejos.

Hay angustias soñadas más reales que la vida nos trae, hay sensaciones sentidas sólo con imaginarlas, que son más nuestras que la vida misma, más nuestras que lo nuestro... hay tantas cosas que sin existir existen demoradamente de lo que no fue ni puede ser.