lunes, 29 de abril de 2013

Nombre de la letra r


En las ortografías académicas era habitual hasta la última, publicada en 2010, consignar dos nombres para la letra  r: erre y ere, reservando este último para cuando se deseaba precisar que representaba el fonema vibrante simple de coro, en oposición al fonema vibrante múltiple de ramo o enredo. En algunas ortografías del XIX, estos nombres se distribuyeron de forma distinta, pues se llamaba ere a la letra r —con independencia de su valor fonológico— y erre al dígrafo rr, distribución quizá más lógica, pero que añadió aún más confusión al uso de estos dos términos.

La doble denominación de la r en función de su valor fonológico constituye, en realidad, una anomalía, ya que ninguna de las otras letras que representan también varios fonemas recibe por ello más de un nombre. En consecuencia, y para evitar las confusiones a que puede dar lugar la doble denominación, se recomienda hoy desechar definitivamente el nombre ere para esta letra, que pasa ahora a llamarse únicamente erre.
 En perfecta coherencia con el nombre erre para la r, el dígrafo rr se denomina erre doble o doble erre.


Fuente
Ortografía de la lengua española (RAE y ASALE. Madrid: Espasa, 2010)

jueves, 25 de abril de 2013

Gua-da-la-ja-ra

Cuando adolescente, de Guadalajara apenas sabía que es la capital de Jalisco.  De entrada, es una palabra de cinco sílabas, que antes de descuartizarla, significa "Río que corre entre piedras" su nombre proviene del árabe Wad-al-Hidjara. Es la Perla Tapatía, la Ciudad de las Rosas

Visité un puño de veces el laaargo centro histórico; la primera vez, viaje de vacaciones con la familia, la segunda, sólo de pegoste con mi papá a "asuntos varios", la tercera vez -supongo-  fue a la Escuela Normal Superior de Jalisco en calidad de aspirante, semanas después, -y por cuarta ocasión- a presentar el examen de admisión; la quinta vez fue la decisiva, volví para quedarme...
 
La ciudad crece a sol y sombra, a más sol donde se expande la ciudad, hacia los lados, al horizonte, y a sombra, entre amplias calles, custodiadas a cada paso por geometrías verticales, pues ya no tiene para dónde hacerse.

Se llenan los ojos de gente, las suelas de los  zapatos pesan de historia, todos se rien de cosas que nadie sabe, los árboles tuercen sus ramas invitando a contemplar bajo la espesa sombra lo que se ha andado sin ver, sin detenerse a ello nomás porque sí. Se oye el vuelo de las palomas, suena la trompeta y toca el mariachi, se oye un viejo, una párvula risa, una tos necia, y suspiros...
De Guadalajara ahora sé que es la antesala del amor, Vicente Fernández dice "y volver, volver, a tus brazos otra vez" yo digo "y volver, volver a guanatos otra vez" que al fin son sinónimos, significan lo mismo, porque convergen en el escenario de las pasiones.
Corre Guadalajara como si le quisiera agregar más letras "Guadalajajajara" porque es alegría, recuerdo, es la vida misma, nos consume la vida y ello le da más vida aún, y es que si no nos la quitara ¿qué vida tendría?,  ¿a quién vería pasar la altanera y pálida?.
Volver a Guadalajara es como llegar por vez  primera una y otra vez, la miras como si no, como si no hubiese sido suficiente dejar vida allá y ay vas a querer dejar más porque simplemente no bastó, porque uno tiene que regresar a dejar algo de la vida que se llevó de la otredad, porque nunca es demasiado, porque lo que pesaba en la suela ahora pesa en el corazón.

miércoles, 24 de abril de 2013

La agonía de la cursiva...

¿Cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva?
La caligrafía es una habilidad humana en rápida extinción, porque ya casi no se enseña en las escuelas. En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía.En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros. Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar.
En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras. Por su parte, el escribir en letra de imprenta implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración.
Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros. Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. Los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al mensaje en frío, casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo.
Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que posibilita el recurrir a la letra de imprenta. Porque, como lo destaca Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere. En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva.
Como en tantos otros aspectos de la sociedad actual, surge aquí la centralidad del tiempo. Un artículo reciente en la revista Time, titulado: Duelo por la muerte de la escritura a mano, señala que es ése un arte perdido, ya que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia.
La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín: dentro de un tiempo, no la podremos leer". Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo...

Del latín para acá

Alonso X "El sabio", rey de Castilla durante el siglo XIII, escribió en alguna de sus muchas obras una singular forma de referirse a la lengua imperante en su reino "Nuestro latín". Se refería a lo mismo que ahora escribo y ustedes leen, pero entonces el castellano no era siquiera un infante, apenas se le consideraba un lacayo de la más baja ralea.
A pesar de que los registros más antiguos del español se remontan al siglo XI (nos referimos a las glosas Silenses, de acuerdo con los señalamientos de Heinz Jörg Wolf respecto a las glosas Emilianenses, datadas a finales del siglo X), no sería sino hasta el año angular de 1492 que se le daría al español la dignidad de poseer una gramática. Esto debido a que el concepto "gramática" se reservaba antiguamente para el estudio del Latín puro. De hecho, ese volumen realizado por Antonio de Nebrija fue la primera gramática de una lengua "vulgar", es decir, de las lenguas modernas.
Dedicado a la reina Isabel "La Católica", el objetivo era establecer la estructura, funcionamiento y reglas de la lengua castellana para su mejor transmisión y conservación a lo largo y ancho de un imperio cuyas dimensiones ulteriores eran, al momento de su impresión, todavía una fantasía. A pesar de que esa fantasía habría de converstirse en colonial realidad, lo cierto es que la gramática de Nebrija no contó con la difusión y peso que él hubiera deseado, pues el libro no volvió a imprimirse sino hasta el siglo XVIII.
Pero el latín no lo es todo: la larga convivencia con la cultura árabe durante su asentamiento en la Península, entre el siglo VII y XVIII aproximadamente, tuvo sus consecuencias: se calcula que el 17 por ciento de nuestro léxico es de raíz arábiga, aún cuando no nos demos la más remota cuenta cuando decimos palabras como "almohada", "ojalá" y "almacén".
Otra fracción de nuestro vocabulario, además, proviene de las lenguas indígenas originarias de cada parte, y de esto sí somos conscientes cuando pedimos un "guacamole", calentamos el "comal" y nos calzamos los "huaraches" o comemos "chocolate" o masticamos "chicle". Y eso sin contar los muchos neologismos que el incesante y vertiginoso avance de la tecnología ha traído a nuestra habla cotidiana: "internet", "escanear" y "chatear" han corrido con más suerte y han tardado menos en ser incluidas en el diccionario que muchos americanismos.
 
infante: Pariente del rey que por gracia real obtiene el título de infante o infanta.
lacayo: Servil, rastrero, criado cuya principal ocupación era acompañar a su amo a pie, a caballo o en coche.
ralea: Especie, género, cualidad. Raza, casta o linaje de una persona.
glosas: notas manuscritas
glosas silenses: son comentarios en lengua romance peninsular realizados por copistas medievales en los márgenes de un texto en latín. Datan de finales del siglo XI.
glosas emilianenses: son pequeñas anotaciones manuscritas, realizadas en varias lenguas: latín, un romance hispánico (bien navarro-aragonés en su variedad riojana, bien castellano con elementos riojanos y euskera medieval), entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino Aemilianensis 60 a finales del siglo X o con más probabilidad a principios del siglo XI. La intención del monje copista era probablemente la de aclarar el significado de algunos pasajes del texto latino.
año angular: A considerable distancia, lejos, apartado.
ulteriores: Que se dice, sucede o se ejecuta después de otra cosa.
americanismo: Vocablo, giro o rasgo idiomático peculiar o procedente del inglés hablado en los Estados Unidos de América.

Otra vez, Colima - Jorge F. Hernández

Colima tiene entre otras distinciones ser la comarca más fiel y enamorada de la literatura; insiste en leer la cuerda aventura de Alonso Quijano como si cada año fuese la primera vez. A riesgo de pecar de repetitivo, vuelvo a Colima creyendo ser Otro. El mismo que escribe se siente ajeno y diferente bajo los mismos cielos que en un ayer prometieron cambiarle la vida. Cada viaje a Colima, uno y el mismo; diferentes, como un montón de piedras que son cuentos, narrados en cada paisaje clonado del alma.
Comala en Colima no es la que salió de unos párrafos de Juan Rulfo y, sin embargo, he visto esfumarse entre la bruma de un recuerdo la sombra silente de su ánima en pena. La silueta de un fantasma que vaga sobre un fondo de casas blancas, encaladas con harina, sobre un lienzo donde confluyen todos los verdes posibles; los murmullos que se escuchan cuando parecen volver a su insomnio vegetal de siglos como un montón de piedras.
Cuyutlán no es Aracataca en Colombia y, sin embargo, he escuchado la callada conversación que sostienen en su eternidad una pareja de enamorados que decidió vivir su luna de miel en medio de una ola verde. Cortina de agua revolcada que quedó como telón al filo de los rieles de la vieja estación de trenes donde esperan ya para siempre los viajeros entrañables, sin maletas. A lo lejos, he vuelto a ver la espalda de un volcán nevado en medio de los calores más intensos, con su nervadura de lavas rojas y su interminable falda de serpientes verdes, musgo eterno, hierba para siempre sobre la piel por donde se invierten los planos de la realidad: las carretas que desfilan en reversa, el agua que rueda hacia arriba… el mundo al revés donde las higueras extienden sus raíces desde las ramas, como dedos de una mano que quiere probar la superficie del suelo y jamás llegan a tocar Tierra.

Colima, otra vez para seguir la vida en párrafos, rendir cuentos como quien lleva el balance de un debe y haber no de números, sino de historias entrelazadas. Colima, otra vez que quien vuelve ya no es el mismo, sino duplicado; la ciudad que vive en páginas de todos los días su amor por la literatura: bardas con citas de autores incandescentes, frases que se leen en las ventanillas de los coches y poemas sueltos que versifican las calles; la única ciudad que yo conozca con plazas abiertas a la vegetación y a la navegación en línea: los estudiantes a la sombra de guayabos en flor flotando desde sus teclados por el Universo inmarcesible de todos los nombres del mundo.
La retícula antigua de una ciudad que no procuraba alzarse en descarada verticalidad, sino honrar la elegancia horizontal de los techos de dos aguas, tejas como tejido cerámico tostándose al sol, enmarcando patios anchos de sombras antiguas. Colima, otra vez de música en sinfónico calor y un cuarteto anónimo que improvisa la síncopa de una melodía que parece hipnotizarse a sí misma bajo la sonrisa de una Luna necia, la misma de todas las noches que hoy, por Colima parece nacer otra vez.
Vine a Colima porque me dijeron que aquí también conversaría con la sombra de mi padre y volver a narrar los párrafos de su memoria, de cuando mis abuelos vinieron a conocer el mar en calzones largos, largo el viaje del tren y larga la tira de arena negra, volcánica, milenaria que se extiende como cutícula larga hasta Tecomán. Las filas uniformes de palmeras, sus aretes de cocos en racimo y el acné espinoso de los cactos raros, como alfileteros vegetales en medio de llanos ocres, al pie de los cerros verdes que se arrugan a lo lejos como partituras para el mejor concierto del mundo.
No parece lógico, pero me consta: Colima tiene entre otras distinciones y virtudes ser la comarca más fiel y enamorada de la literatura. Vive su mes de abril como un loco anónimo que insiste en leer la cuerda aventura de Alonso Quijano como si cada año fuese la primera vez y no, como ahora, Colima otra vez leída en las caras de quienes destilan sonrisas y amabilidad entre sus labores incansables. Debemos a Colima, otra vez, el encomiable esfuerzo ejemplar de su Secretaría de Cultura, la nao que reparte frases para las ventanas y paredes, el galeón donde bailan compañías de teatro que danzan y poetas que bailan a la luz de las flores. Es la oficina increíble que ha permitido el milagro de fotografiar diez mil rostros con sus respectivos oficios en mano para que las plazas públicas de cada municipio en Colima se conviertan en galerías al intemperie, donde diez mil deambulantes giran en torno a sus propias fotografías para reconocerse, otra vez.
Colima, otra vez para confirmar que uno ya no es el mismo, sino quizá mejor con los párrafos de vida feliz que se agregan a las canas y el recuerdo. Colima, otra vez para confirmar que una ciudad y todos sus paisajes como círculos concéntricos son cada vez más entrañables, reconocibles por insólitos, legibles en sus calles de asfalto derretido por el Sol, calles cuadriculadas bajo la soledad inmensa de la Luna entre sus mantos negros de estrellas interminables que ya no se ven en la Ciudad de México.
Colima de uno mismo, otra vez entre páginas de los libros compartidos y los poemas que se memorizan los niños, no por la obligación escolar de una calificación efímera, sino por la posibilidad de jugar a la sombra de sus versos. Aquí se queda una parte de la vida de cada quien que viaja a Colima, como quien señala un libro entrañable justo en la página donde se lee, para siempre y otra vez, el beso más intenso que pueda conjugarse entre dos almas, al pie de una vieja estación de trenes antiguos, con el incesante rugido del mar tan a lo lejos que parece que retumba en medio del pecho como latido de un solo corazón compartido.

Cierro los ojos y volteo la mirada al mundo. Sueño despierto que el tiempo se alarga sin límites en medio de un parque de verdes enjaulados y flores de todos los aromas que han dejado correr a pétalo suelto. Escucho silencios en conversación de respiraciones… y espero que mañana, tal como hoy, se me conceda volver a Colima, otra vez.

Colima

  
El Estado esta conformado por una multicolor geografía que va del verde valle, donde se aprecian inmejorablemente el activo Volcán de Fuego y el Nevado de Colima, hasta las bellas playas a lo largo de su litoral marino, pasando por una biodiversidad de microclimas. Está localizado en la parte media de la costa Sur del Océano Pacífico.
Paisajes de inigualable belleza en los que abundan los tesoros naturales se encuentran a cada paso. Introducirnos en sus lugares más recónditos nos ofrece la oportunidad de descubrir enigmáticos destinos como transparentes lagunas, escondidas grutas, altas montañas, playas vírgenes y mágicos poblados.

El nombre de Colima proviene de "Colliman", palabra náhuatl con que se designaba al antiguo señorío. "Coll" significa cerro, volcán y abuelo y "Maitl", mano o dominio, es decir: "Lugar conquistado por nuestros abuelos", o "Lugar donde domina el Dios viejo o Dios de fuego", refiréndose al Volcán.
Colima se destaca también por su riqueza cultural. Diversas manifestaciones artísticas hacen honor a este prestigio que se ha consolidado por la excelente calidad de sus museos, en los que se conservan objetos de arte de distintas épocas, desde piezas prehispánicas de 1500 A. C. hasta objetos creados por artistas contemporáneos y la maestría de las manos del artesano.





Rayuela

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

Instrucciones para llorar


Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

y por si fuera poco, para los llorones como yo, unos versos de Ramón López Velarde

Fuentesanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.

Eso es posible, tengo ganas de llorar y no puedo
y bien, ahora Cortázar nos dice como hacerlo ;)
Y de mi parte, puedo decir
que llorar es tansano como reir...

Cortísimo metraje

Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop , tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror crece poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonará algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse.